lunes, 1 de diciembre de 2008

CONSUMO RACIONAL: BASE DE LA SOSTENIBILIDAD


Autor: Ing. Agrim. Daniel Sztern. Master en Gestión Ambiental, Master en Evaluación de Impacto Ambiental. Asesor Ambiental.

Vivimos en una sociedad, justamente denominada “de consumo”. Como todo modelo, este tiene sus pro y sus contras: la manipulación por medio de la publicidad y el marketing de los deseos y necesidades de los compradores, así como los hábitos de consumo ya asumidos por los mismos, puede usarse de forma positiva o negativa para los intereses ambientales.

Estamos ante la cultura del despilfarro: más consumes más vales.
Nos sentimos incómodos al usar un bien por más de determinado tiempo, el tiempo socialmente aceptable de uso del bien. Esto es independiente de la calidad y condiciones o aptitud para el uso del mismo.

Todo es perecedero, pero si es descartable, parece que fuese mejor. Educamos a las generaciones jóvenes para vivir en un mundo de residuos, pero esa es la respuesta de sostenibilidad?

La globalización es absolutamente general, el comercio puede tomarse como causa o consecuencia de la misma, pero las comunicaciones en tiempo real de informaciones, costumbres, usos y modas, implican la transmisión y mezcla de valores , hábitos de consumo, etc.

La Tierra podemos considerarla como un ecosistema semiabierto (recibe energía exterior), por lo tanto tiene límite como cualquier ecosistema los que deben ser respetados simplemente por un problema de supervivencia.

Sin caer en frases trilladas, la política de las R en residuos sólidos (Reducir, Recuperar, Reusar, Reciclar) es extrapolable a la sostenibilidad global, porque marca la importancia de la CALIDAD del consumo, independientemente de la calidad. Los residuos sólidos son un nexo entre todas las actividades y una forma altamente visible de impacto negativo.

Adonde llegamos entonces? Si utilizamos las herramientas de la sociedad de consumo para incidir en la calidad del mismo, podemos generalizar el consumo selectivo desde el punto de vista ambiental.

Cobran en esta etapa especial importancia los estudios de ciclo de vida, estudiar la incidencia de los bienes sobre el ambiente desde su origen hasta que son desechados ( “de la cuna a la tumba”). Con esta información a la vista, podemos iniciar una etapa de consumo más responsable.

Un buen ejemplo de como funcionan dichos estudios, es el caso sobre los pañales desechables que presenta Tyler Miller Jr. en su libro “Ecología y Medio Ambiente”, que constituye una sorpresa para : en el mismo se establece que la contaminación producida por un pañal de tela y por uno desechable, haciendo el estudio de ciclo de vida de ambos, son equivalentes. Esto si bien resulta inicialmente sorprendente, se justifica cuando se considera la cantidad de agua utilizada y contaminada en la vida útil de un pañal de tela con el fin de mantener el mismo en las condiciones de higiene necesarias, lo que en términos ambientales es comparable al daño ambiental que acarrea la disposición final de un desechable.

Los impactos del uso de distintos materiales aptos para un mismo fin, la opción de retornabilidad o no de los envases, son en definitiva opciones del consumidor, sobre las que tiene enorme importancia que información reciba al respecto.

El tema de los envases, constituye otro buen ejemplo :
Reutilizable o desechable no es la misma opción que retornable o no retornable.
En la decisión del tipo de envase, inciden numerosos factores que son ponderados según el punto de vista: costo, circuito de distribución, incidencia ambiental, entre otros.
Cuando tomamos en cuenta el tema ambiental, la tecnología utilizada para la desinfección de los envases reutilizables es fundamental para la determinación de los impactos generados y la comparación de los misma. También debe tenerse en cuenta los riesgos de accidente que los diferentes tipos de envase tienen en la operativa con los mismos. También debemos considerar cual es la vida útil del envase, sus materias primas, las alternativas de reciclaje y disposición final.

De cualquier manera, la retornabilidad de los envases hace que se cumpla el principio del contaminador - pagador, porque en definitiva, como tiene un valor de depósito, quien lo genera es el mismo que resulta depositario del mismo, por lo tanto responsable de su disposición final.

La no retornabilidad del envase, hace que la disposición final deba ser asumida por la sociedad en forma colectiva, no solo por quienes generan o consumen este tipo de envase, evitándose así el principio de “quien contamina paga”. A su vez, el hecho de que los materiales sean reciclables, indica una potencialidad, pero si no existe una demanda de los mismos, no existe mercado, por lo tanto no será rentable reciclarlos y serán parte de la basura domiciliaria nuestra de cada día.

Otras veces reciclar implica correr el ciclo del material en un tiempo y una cantidad constante, por lo que también debemos comparar esta situación en el marco de los ciclos de vida.

Realicemos la discusión sobre envases, usos de los plásticos, de vidrios, de diferentes tipos de motores, de todo lo que cotidianamente utilizamos generando impactos en el entorno. No basta con decir por parte de las industrias y prestadores de servicios que tienen buenas intenciones o que hay alternativas “ambientalmente amigables” con los desechos que generan porque la responsabilidad de implementarlas termina siendo de otros.


Como vemos, la información que recibimos los consumidores no siempre es correcta, o al ser parcial genera conclusiones erróneas, implicando muchas veces decisiones de los compradores, que con toda la información a la vista sería diferente. Esto implica una apertura de procesos productivos y un sinceramiento de las publicidades y sloganes publicitarios, para que ya no podamos decir “no sabía” y que cada uno asuma su responsabilidad, en definitiva, la suma de las conductas individuales generan el comportamiento colectivo.

Cada uno en su ámbito debe asumir su cuota parte de responsabilidad, los fenómenos ambientales son sin duda los más notoriamente globales, y sin ser catastrofistas, no es un problema intelectual sino un problema de supervivencia. La especie humana es una más en la biodiversidad que estamos sacrificando en busca ¿de qué?

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