sábado, 8 de septiembre de 2007

Prensa : 26/08/2007
VIDALIN: 'Yo siempre digo: no me siento oposición, me siento gobierno'

Prensa : 26/08/2007
VIDALIN: 'Yo siempre digo: no me siento oposición, me siento gobierno'





Carmelo Vidalín, intendente de Durazno, precandidato a las internas herreristas, habla de su relación con el gobierno, de la posibilidad de crear una corriente independiente o un acuerdo con Larrañaga y de la eventual candidatura de Lacalle.
ANTONIO PIPPO


--Establezcamos un contexto para la opinión pública ¿Puede ser que haya una especie de erupción electoral, un poco anticipada, en el Partido Nacional?

--Sí. Lamentablemente los tiempos electorales se han adelantado. Si bien nosotros somos conscientes de ello, como tenemos vocación de servicio pero también anhelos y aspiraciones propias de todo ser humano que quiere crecer, nos hemos tenido que adaptar a esa situación. En nuestro escaso tiempo libre, que nos permite nuestra actividad como gobernantes departamentales, tenemos que ir, poco a poco, sembrando una semilla que nos permita, cuando lleguen los tiempos electorales reales, tener nuestro nombre a consideración de la ciudadanía.



--Mi pregunta venía, además, por lo siguiente: el Partido Nacional es --y no se trata de una afirmación mía, sino de lo que refleja la realidad política-- el principal partido de oposición. Siendo así, e incluso negociando ahora con el gobierno la integración del Tribunal de Cuentas y la Corte Electoral, ¿esta ebullición electoral no compromete la unidad de un partido opositor, pero que quiere ser constructivo, frente al gobierno?

--Me encantó que diga "partido opositor que quiere ser constructivo"...



--Es que supongo que es lo que pretende ser el Partido Nacional, o, al menos lo que proclaman sus dirigentes...

--Mire, este es un tema que muchas veces conversamos con mi querido colega de San José, Juan Chiruchi. Y también analizamos lo que usted sugiere en la primera parte de su interrogante. Chiruchi y yo estamos más compenetrados y comprometidos con nuestra función de intendentes, de la cual ambos estamos enamorados, y esta inquietud de carácter electoral muchas veces nos hace trastabillar, comprometiendo nuestras escasas posibilidades de descanso semanal junto a nuestras familias. Ahora, yendo a lo de la oposición constructiva, mi partido será la verdadera alternativa de cambio cuando lleguen los tiempos electorales. Por eso mismo debe trabajar con vista a las futuras elecciones realizando, sí, una oposición constructiva. Más aun: yo siempre digo que no me siento oposición, me siento gobierno. Y eso, en algún momento, me ha ocasionado pequeños tirones de oreja de compañeros del partido, en el sentido de que no me interpretan. ¿Por qué lo digo? Primero porque la gente a mí no me eligió para ser oposición, sino para ser gobierno. Y desde la intendencia de Durazno yo estoy gobernando, en coordinación con el gobierno nacional. En la medida que seamos capaces de juntar estos esfuerzos --y lo estamos haciendo-- indudablemente el Estado, en general, va a estar ahorrando y mejorando la búsqueda del bien común para nuestros ciudadanos.



--Ahora bien, cuando alude a esos "tirones de oreja" de algunos compañeros que no le han entendido bien, ¿puede tener que ver también con esa cierta empatía que se ha establecido entre usted y el presidente Vázquez, bastante notoria, que a lo mejor algunos no la ven en su verdadera dimensión?

--Ah, sí. De ambos lados ¿eh? En uno y en otro partido. Pero es bueno recordarles a los dirigentes políticos, y no al ciudadano común, que nuestros semejantes, nuestros iguales, a quienes nosotros representamos, no viven de actos eleccionarios. Esos se dan cada cinco años. Nuestros representados tienen problemas y dificultades todos los días y en la medida en que podamos establecer lazos de trabajo conjunto, de armonía, basados en sentimientos de empatía, sin duda haremos naturalmente cosas que van a beneficiar a los más y no a los menos. Pero además, como intendente tengo que actuar también con inteligencia y sentido común. Esa inteligencia y ese sentido común me tienen que permitir llegar a las fibras más íntimas de nuestro Presidente, del Presidente de todos los orientales, en su condición de ex intendente. Y lo mismo con respecto al señor vicepresidente de la República, y a algunos de los ministros, que al haber ocupado ese cargo tienen un conocimiento cabal de la importancia de la función municipal, que es más personalizada, que nos permite estar más en contacto con nuestra gente, experimentar de forma más profunda los dolores y dificultades de nuestros iguales, pero también compartir con ellos sus alegrías.



--Cuando dijo "de ambos lados", supongo que se refería al tirón de orejas. Ahora bien, y esto va por cuenta mía, creo que en la izquierda hay gente que no le tira de las orejas, sino que vería con buenos ojos que usted se corriera más para el lado de ellos. ¿Ha advertido eso? ¿Lo ha pensado?

--Este es un país excesivamente politizado. Hay dos temas en que los uruguayos pareciera hemos realizado cursos de maestría: política y fútbol. Pero a veces, ello nos conduce a conclusiones que no se ajustan concretamente a la verdad, o a la realidad. Los hombres no deben guiarse en la vida solamente por ideologías o actitudes políticas. Las personas de bien, que tienen vocación de servicio y sentido común, y que aman a los demás por encima de los partidos y de las ideologías, comulgan una misma forma de actuar: la búsqueda de un horizonte tras el cual se encuentre la felicidad del pueblo. Y hay un relacionamiento que se da entre todos aquellos que tenemos esa vocación de servicio, que tiende a estar por encima de los intereses personales.



--¿Eso quiere decir que Vidalín se queda en el Partido Nacional?

--En estos últimos tiempos he trabajado tanto, tanto, que he tenido pocas oportunidades de veranear. Estoy cada día más blanco. Y todavía este invierno ha sido tan crudo, que ha habido unas nevadas tan grandes y unos granizos tan blancos... je, je...



--Sí, parece que hasta la naturaleza lo obliga a quedarse donde está...

--No hace falta decir más nada sobre esto. Pero quiero insistir en que el sistema político debe entender que cinco años son excesivamente largos, y que quienes formamos parte de la oposición debemos adjetivarla con la palabra "constructiva". En la medida que seamos capaces de aportarle ideas al gobierno, y encontremos los mecanismos de comunicación necesaria, con unidad pero con firmeza para que se nos escuche, estaremos haciendo cosas para ir ayudando. O sea, el cometido de todo político: trabajar por la felicidad de la gente.



"Yo no soy herrerista. Yo soy nacionalista"
--Déjeme plantearle una hipótesis, que quizás se haga realidad cuando se esté realmente en la campaña electoral. Así como le pregunté sobre la izquierda, le pregunto otra cosa. Ha habido ciertos movimientos dentro del Herrerismo, donde usted por lo menos hasta ahora milita. ¿Existe la posibilidad de que Vidalín se independice dentro del Partido Nacional?

--Los años hacen ganar experiencia. Y la experiencia nos permite adquirir prudencia, tolerancia, paciencia. Y yo soy fundamentalmente hombre de diálogo, para tratar de hallar puntos de concordancia en lugar de las discrepancias. Yo no soy herrerista. Yo soy nacionalista e integro este sector por dos razones: la primera, porque quien fue mi maestro, el doctor Raúl Iturria, siempre formó parte del Herrerismo; la segunda, porque aprendí a valorar la gestión llevada adelante, en su momento, por el doctor Lacalle. Pero no sé diferenciar herreristas de blancos independientes. Por eso me siento nacionalista. Trataré de hacer los mayores esfuerzos para permanecer dentro del sector, buscando los puntos de coincidencia, pero en mi espíritu prima primero el país, después el partido y recién después el sector, para dejar al final las apetencias personales. Con esto estoy diciendo que, como un hombre grande, y en especial tratando de ser grande de espíritu a pesar de los defectos propios de cualquier ser humano, debo pensar de qué manera puedo incidir en el país o en el partido sin perder de vista mis aspiraciones personales.



--Eso está muy claro. Abre, obviamente, una cantidad de posibilidades. Pero antes de analizarlas, le quiero hablar francamente...

--Gregorio y no gre--gre...



--Exactamente. Entonces le voy a hablar de la interna herrerista. Se ha agitado un poco. Esa agitación pudo haber provenido de que uno de los precandidatos, Chiruchi, parece haber planteado dudas acerca de si sigue en carrera o no. También pudo haber provenido de que otro precandidato, Heber, habría hablado con otras corrientes del Partido Nacional buscando alianzas. Finalmente, esa agitación pudo provenir de gente que sigue diciendo que Lacalle, al final y más allá de sus recientes declaraciones, va a ser candidato. ¿Qué le parece todo esto?



--Primero que nada, el líder del sector es, y seguirá siendo, el doctor Lacalle. Más aun: si Dios y la gente me dieran la oportunidad de ser electo presidente de los orientales, yo sería jefe de gobierno o de Estado, pero le ofrecería la presidencia del partido a Lacalle, porque además sería un hombre de consulta permanente por la excelente gestión que realizó en su momento. Dentro de mi sector, al haber dado un paso al costado, y ponga esto entre comillas, "en las actuales circunstancias", el doctor Lacalle, indudablemente los arbustos que no crecían debajo del gran árbol empezaron a crecer. Tengo una profunda admiración y respeto por los otros dos candidatos para la interna: por el senador Heber, un hombre de una enorme trayectoria parlamentaria, al cual valoro porque en su momento colaboró en mi campaña como diputado y me ayudó a llegar; del intendente Chiruchi, que lejos está de pensar bajarse de su candidatura, es con quien más dialogamos a menudo porque ambos tenemos que estar en consulta permanente por temas municipales, y es un hombre en el que indudablemente quienes ejercemos esta función debemos mirarnos, pues no en vano lleva tantos años de exitosa administración. Frente a esas dos importantes figuras yo --que, entre comillas, "soy más nuevo", que entre comillas, "soy más fresco", que entre comillas, "ando más entre la gente"-- lo que tengo que hacer es levantarme todos los días más temprano, acostarme más tarde, estudiar y prepararme más que ellos y, en forma especial, transcurrir por la vida con los oídos atentos, con los ojos abiertos y con la boquita cerrada para aprender de la universidad de la vida y de los conocimientos, anhelos, sueños y aspiraciones de aquellos a quienes representamos.



--Está bien. Le respeto esta respuesta, muy inteligente. Igual le debo preguntar otra vez acerca de la especulación --insisto, especulación-- que ronda sobre qué ocurriría si, por la razón que fuere, que yo no voy a adivinar, Lacalle cambia la pisada y decide ser candidato.

--A mis compañeros de sector yo les he planteado que anhelo que el candidato sea elegido por elección abierta. Mis compañeros no han compartido eso, aunque poco a poco se han ido acercando a esa posición. Entiendo que debe ser a padrón abierto porque, en la medida que seamos más los que opinamos, menos posibilidades de equivocación hay y porque, además, entiendo que los convencionales, a quienes valoro muchísimo porque representan al partido y a mucha gente, no fueron electos para elegir el precandidato de 2009, sino el de 2004. Esta actitud la he reafirmado luego de la Convención del partido, a la cual, de 500 convencionales, sólo concurrieron 210. Todo el esfuerzo tremendo de los jóvenes, manifestándose en una elección con concurrencia multitudinaria que superó todas las expectativas, puso a nuestro partido en su lugar, demostrando la falta de entusiasmo que hoy invade a los ciudadanos y también a nosotros, integrantes del sistema político. Si fuésemos capaces de entusiasmar a los ciudadanos en una elección interna --aún si apareciera alguno que no fuera del partido y quisiese incidir, cosa que no creo--, indudablemente quedarían enganchados en el anzuelo partidario. Esa es nuestra idea. Pretendíamos que los tiempos electorales se postergaran para más adelante. Hemos visto en los últimos días algunas manifestaciones en la misma dirección, pero es bueno que, quienes lean esto, sepan que Vidalín no actúa por sí solo, sino que representa a un importante número de ciudadanos y dirigentes políticos de todo el país que pretenden abrir un espacio para los blancos que votaron fuera del partido tengan la posibilidad de volver a él. Y es muy difícil que vuelvan a través de una corriente ortodoxa. Es mucho más probable que lo hagan a través de otra alternativa.



--Eso me permite arriesgar otra hipótesis, y no lo tome como una picardía de mi parte. En el supuesto caso que esa corriente ortodoxa volviera con sus pretensiones electorales, y sigo pensando en Lacalle, podría pasar que Vidalín, aun dentro del Partido Nacional, abriera su propio camino. ¿Estoy equivocado?

--No. Es correcto. Con tolerancia, con paciencia, buscando caminos de comprensión y de concordancia, que son los que siempre pretendo encontrar. Y voy a aplicar acá, algo que siempre me gusta aplicar, el Eclesiastés 3: "Todas las cosas tienen su tiempo".



--Pero de repente hay cosas que obligan a modificar la estrategia...

--Hay ansiedad, hay ansiedad de la gente...



--Sí, de la gente común y de algunos grupos. Yo he advertido la duda de algunos diputados de seguir donde han estado hasta ahora, que parece impulsarlos a la búsqueda de otros horizontes, de otros acuerdos. Y eso puede generar desniveles en las fuerzas sectoriales tal como estaban. Hasta ahora, simplificando, la interna era Alianza Nacional y el Herrerismo...

--Y el grupo de Gallinal, Correntada Wilsonista...

--Pero ése es el grupo que, a lo que se ve, sería el primero en sufrir algún espasmo, tal vez algún desprendimiento...

--Yo tengo un gran aprecio por Francisco Gallinal y por Correntada, en especial por la madurez y responsabilidad con que ha actuado en el Parlamento, por lo que me parece que forman parte de nuestro panorama electoral interno, reconociendo, al mismo tiempo, lo valioso que fue el doctor Larrañaga, que llevó al Partido Nacional de un 23% en 1999 a un 34% en 2004. Ahora bien, volviendo a mi grupo, el tiempo corre en contra nuestro...



--A ver, ¿por qué?

--Porque yo debo confesar que mis desvelos pasan aún por mi departamento, por la función para la cual fui elegido. Y mi sueño confeso es que cuando abandone la función municipal quiero tener desocupación cero en Durazno, o un índice que sea muy inferior de las primeras dos cifras.

--Lo que pasa es que la realidad política, sobre todo por algo que usted mismo dijo al principio, que el Partido Nacional es la alternativa electoral razonable al actual gobierno, puede ser que lo vaya obligando a meterse en algo más que su querido Durazno natal y a ir tomando algunas decisiones. A eso me refería antes...

--Sin lugar a dudas...



--Porque también se ha especulado con la posibilidad de un eje nuevo que, de repente, aproximara más a Larrañaga y Vidalín.

--El tiempo es el gran consejero. En estos momentos, lo nuestro pasa por desarrollar una buena gestión departamental...



--¿Pero está descartando esa posibilidad de acuerdo?

--No, no descarto nada. No se puede descartar, porque tenemos vocación de servicio, no vamos a volver a nuestra casa, queremos seguir creciendo, no tenemos vocación parlamentaria, sino vocación para cargos ejecutivos. Ya fui diputado, tuve la posibilidad de incursionar en el Senado y no es eso lo mío. Lo mío es hacer cosas, estar en continuo relacionamiento con la gente para apostar a transformar el medio en el que vivimos. Y ése es un valor agregado que tenemos con el intendente Chiruchi, porque el hecho de ser la cara visible de un gobierno departamental nos permite tener un vasto y general conocimiento de las cuestiones que se pueden plantear a nivel del gobierno nacional. Somos pequeños ministros de Economía, de Obras, de Vivienda, de Educación y Cultura, de Salud, en la medida que somos capaces de atender las necesidades de nuestra gente.



--Pero eso me lleva a otra cosa. En el supuesto caso que los avatares de la política interna, y por los acuerdos surgidos, usted hay algo que no aceptaría: volver al Parlamento. Queda la impresión de que se sentiría cómodo, en el caso de no alcanzar la presidencia, en un cargo ministerial.

--Somos hombres ejecutivos. Uno de nuestros mayores desvelos es hacer entender a la clase política, al sistema, que los actos electorales se dan cada cinco años y que las necesidades de la gente se dan todos los días. En la medida en que seamos capaces de articular políticas de acuerdos, indudablemente las posibilidades de lograr la felicidad de nuestra gente van a ser mayores. Creo que tanto el partido de gobierno como el mío deberían haber agotado todas las instancias para hoy estar trabajando juntos en pos de la felicidad general. Pero, como los hombres aprendemos de las situaciones negativas, de las frustraciones, de los golpes y los fracasos, aspiramos a que esta lección haya sido aprendida por unos y por otros. Y anhelamos que el próximo gobierno sea un gran gobierno de acuerdos, donde todos tengamos la posibilidad de aportar nuestro granito de arena. *











LA REPUBLICA




Carmelo Vidalín, intendente de Durazno, precandidato a las internas herreristas, habla de su relación con el gobierno, de la posibilidad de crear una corriente independiente o un acuerdo con Larrañaga y de la eventual candidatura de Lacalle.
ANTONIO PIPPO


--Establezcamos un contexto para la opinión pública ¿Puede ser que haya una especie de erupción electoral, un poco anticipada, en el Partido Nacional?

--Sí. Lamentablemente los tiempos electorales se han adelantado. Si bien nosotros somos conscientes de ello, como tenemos vocación de servicio pero también anhelos y aspiraciones propias de todo ser humano que quiere crecer, nos hemos tenido que adaptar a esa situación. En nuestro escaso tiempo libre, que nos permite nuestra actividad como gobernantes departamentales, tenemos que ir, poco a poco, sembrando una semilla que nos permita, cuando lleguen los tiempos electorales reales, tener nuestro nombre a consideración de la ciudadanía.



--Mi pregunta venía, además, por lo siguiente: el Partido Nacional es --y no se trata de una afirmación mía, sino de lo que refleja la realidad política-- el principal partido de oposición. Siendo así, e incluso negociando ahora con el gobierno la integración del Tribunal de Cuentas y la Corte Electoral, ¿esta ebullición electoral no compromete la unidad de un partido opositor, pero que quiere ser constructivo, frente al gobierno?

--Me encantó que diga "partido opositor que quiere ser constructivo"...



--Es que supongo que es lo que pretende ser el Partido Nacional, o, al menos lo que proclaman sus dirigentes...

--Mire, este es un tema que muchas veces conversamos con mi querido colega de San José, Juan Chiruchi. Y también analizamos lo que usted sugiere en la primera parte de su interrogante. Chiruchi y yo estamos más compenetrados y comprometidos con nuestra función de intendentes, de la cual ambos estamos enamorados, y esta inquietud de carácter electoral muchas veces nos hace trastabillar, comprometiendo nuestras escasas posibilidades de descanso semanal junto a nuestras familias. Ahora, yendo a lo de la oposición constructiva, mi partido será la verdadera alternativa de cambio cuando lleguen los tiempos electorales. Por eso mismo debe trabajar con vista a las futuras elecciones realizando, sí, una oposición constructiva. Más aun: yo siempre digo que no me siento oposición, me siento gobierno. Y eso, en algún momento, me ha ocasionado pequeños tirones de oreja de compañeros del partido, en el sentido de que no me interpretan. ¿Por qué lo digo? Primero porque la gente a mí no me eligió para ser oposición, sino para ser gobierno. Y desde la intendencia de Durazno yo estoy gobernando, en coordinación con el gobierno nacional. En la medida que seamos capaces de juntar estos esfuerzos --y lo estamos haciendo-- indudablemente el Estado, en general, va a estar ahorrando y mejorando la búsqueda del bien común para nuestros ciudadanos.



--Ahora bien, cuando alude a esos "tirones de oreja" de algunos compañeros que no le han entendido bien, ¿puede tener que ver también con esa cierta empatía que se ha establecido entre usted y el presidente Vázquez, bastante notoria, que a lo mejor algunos no la ven en su verdadera dimensión?

--Ah, sí. De ambos lados ¿eh? En uno y en otro partido. Pero es bueno recordarles a los dirigentes políticos, y no al ciudadano común, que nuestros semejantes, nuestros iguales, a quienes nosotros representamos, no viven de actos eleccionarios. Esos se dan cada cinco años. Nuestros representados tienen problemas y dificultades todos los días y en la medida en que podamos establecer lazos de trabajo conjunto, de armonía, basados en sentimientos de empatía, sin duda haremos naturalmente cosas que van a beneficiar a los más y no a los menos. Pero además, como intendente tengo que actuar también con inteligencia y sentido común. Esa inteligencia y ese sentido común me tienen que permitir llegar a las fibras más íntimas de nuestro Presidente, del Presidente de todos los orientales, en su condición de ex intendente. Y lo mismo con respecto al señor vicepresidente de la República, y a algunos de los ministros, que al haber ocupado ese cargo tienen un conocimiento cabal de la importancia de la función municipal, que es más personalizada, que nos permite estar más en contacto con nuestra gente, experimentar de forma más profunda los dolores y dificultades de nuestros iguales, pero también compartir con ellos sus alegrías.



--Cuando dijo "de ambos lados", supongo que se refería al tirón de orejas. Ahora bien, y esto va por cuenta mía, creo que en la izquierda hay gente que no le tira de las orejas, sino que vería con buenos ojos que usted se corriera más para el lado de ellos. ¿Ha advertido eso? ¿Lo ha pensado?

--Este es un país excesivamente politizado. Hay dos temas en que los uruguayos pareciera hemos realizado cursos de maestría: política y fútbol. Pero a veces, ello nos conduce a conclusiones que no se ajustan concretamente a la verdad, o a la realidad. Los hombres no deben guiarse en la vida solamente por ideologías o actitudes políticas. Las personas de bien, que tienen vocación de servicio y sentido común, y que aman a los demás por encima de los partidos y de las ideologías, comulgan una misma forma de actuar: la búsqueda de un horizonte tras el cual se encuentre la felicidad del pueblo. Y hay un relacionamiento que se da entre todos aquellos que tenemos esa vocación de servicio, que tiende a estar por encima de los intereses personales.



--¿Eso quiere decir que Vidalín se queda en el Partido Nacional?

--En estos últimos tiempos he trabajado tanto, tanto, que he tenido pocas oportunidades de veranear. Estoy cada día más blanco. Y todavía este invierno ha sido tan crudo, que ha habido unas nevadas tan grandes y unos granizos tan blancos... je, je...



--Sí, parece que hasta la naturaleza lo obliga a quedarse donde está...

--No hace falta decir más nada sobre esto. Pero quiero insistir en que el sistema político debe entender que cinco años son excesivamente largos, y que quienes formamos parte de la oposición debemos adjetivarla con la palabra "constructiva". En la medida que seamos capaces de aportarle ideas al gobierno, y encontremos los mecanismos de comunicación necesaria, con unidad pero con firmeza para que se nos escuche, estaremos haciendo cosas para ir ayudando. O sea, el cometido de todo político: trabajar por la felicidad de la gente.



"Yo no soy herrerista. Yo soy nacionalista"
--Déjeme plantearle una hipótesis, que quizás se haga realidad cuando se esté realmente en la campaña electoral. Así como le pregunté sobre la izquierda, le pregunto otra cosa. Ha habido ciertos movimientos dentro del Herrerismo, donde usted por lo menos hasta ahora milita. ¿Existe la posibilidad de que Vidalín se independice dentro del Partido Nacional?

--Los años hacen ganar experiencia. Y la experiencia nos permite adquirir prudencia, tolerancia, paciencia. Y yo soy fundamentalmente hombre de diálogo, para tratar de hallar puntos de concordancia en lugar de las discrepancias. Yo no soy herrerista. Yo soy nacionalista e integro este sector por dos razones: la primera, porque quien fue mi maestro, el doctor Raúl Iturria, siempre formó parte del Herrerismo; la segunda, porque aprendí a valorar la gestión llevada adelante, en su momento, por el doctor Lacalle. Pero no sé diferenciar herreristas de blancos independientes. Por eso me siento nacionalista. Trataré de hacer los mayores esfuerzos para permanecer dentro del sector, buscando los puntos de coincidencia, pero en mi espíritu prima primero el país, después el partido y recién después el sector, para dejar al final las apetencias personales. Con esto estoy diciendo que, como un hombre grande, y en especial tratando de ser grande de espíritu a pesar de los defectos propios de cualquier ser humano, debo pensar de qué manera puedo incidir en el país o en el partido sin perder de vista mis aspiraciones personales.



--Eso está muy claro. Abre, obviamente, una cantidad de posibilidades. Pero antes de analizarlas, le quiero hablar francamente...

--Gregorio y no gre--gre...



--Exactamente. Entonces le voy a hablar de la interna herrerista. Se ha agitado un poco. Esa agitación pudo haber provenido de que uno de los precandidatos, Chiruchi, parece haber planteado dudas acerca de si sigue en carrera o no. También pudo haber provenido de que otro precandidato, Heber, habría hablado con otras corrientes del Partido Nacional buscando alianzas. Finalmente, esa agitación pudo provenir de gente que sigue diciendo que Lacalle, al final y más allá de sus recientes declaraciones, va a ser candidato. ¿Qué le parece todo esto?



--Primero que nada, el líder del sector es, y seguirá siendo, el doctor Lacalle. Más aun: si Dios y la gente me dieran la oportunidad de ser electo presidente de los orientales, yo sería jefe de gobierno o de Estado, pero le ofrecería la presidencia del partido a Lacalle, porque además sería un hombre de consulta permanente por la excelente gestión que realizó en su momento. Dentro de mi sector, al haber dado un paso al costado, y ponga esto entre comillas, "en las actuales circunstancias", el doctor Lacalle, indudablemente los arbustos que no crecían debajo del gran árbol empezaron a crecer. Tengo una profunda admiración y respeto por los otros dos candidatos para la interna: por el senador Heber, un hombre de una enorme trayectoria parlamentaria, al cual valoro porque en su momento colaboró en mi campaña como diputado y me ayudó a llegar; del intendente Chiruchi, que lejos está de pensar bajarse de su candidatura, es con quien más dialogamos a menudo porque ambos tenemos que estar en consulta permanente por temas municipales, y es un hombre en el que indudablemente quienes ejercemos esta función debemos mirarnos, pues no en vano lleva tantos años de exitosa administración. Frente a esas dos importantes figuras yo --que, entre comillas, "soy más nuevo", que entre comillas, "soy más fresco", que entre comillas, "ando más entre la gente"-- lo que tengo que hacer es levantarme todos los días más temprano, acostarme más tarde, estudiar y prepararme más que ellos y, en forma especial, transcurrir por la vida con los oídos atentos, con los ojos abiertos y con la boquita cerrada para aprender de la universidad de la vida y de los conocimientos, anhelos, sueños y aspiraciones de aquellos a quienes representamos.



--Está bien. Le respeto esta respuesta, muy inteligente. Igual le debo preguntar otra vez acerca de la especulación --insisto, especulación-- que ronda sobre qué ocurriría si, por la razón que fuere, que yo no voy a adivinar, Lacalle cambia la pisada y decide ser candidato.

--A mis compañeros de sector yo les he planteado que anhelo que el candidato sea elegido por elección abierta. Mis compañeros no han compartido eso, aunque poco a poco se han ido acercando a esa posición. Entiendo que debe ser a padrón abierto porque, en la medida que seamos más los que opinamos, menos posibilidades de equivocación hay y porque, además, entiendo que los convencionales, a quienes valoro muchísimo porque representan al partido y a mucha gente, no fueron electos para elegir el precandidato de 2009, sino el de 2004. Esta actitud la he reafirmado luego de la Convención del partido, a la cual, de 500 convencionales, sólo concurrieron 210. Todo el esfuerzo tremendo de los jóvenes, manifestándose en una elección con concurrencia multitudinaria que superó todas las expectativas, puso a nuestro partido en su lugar, demostrando la falta de entusiasmo que hoy invade a los ciudadanos y también a nosotros, integrantes del sistema político. Si fuésemos capaces de entusiasmar a los ciudadanos en una elección interna --aún si apareciera alguno que no fuera del partido y quisiese incidir, cosa que no creo--, indudablemente quedarían enganchados en el anzuelo partidario. Esa es nuestra idea. Pretendíamos que los tiempos electorales se postergaran para más adelante. Hemos visto en los últimos días algunas manifestaciones en la misma dirección, pero es bueno que, quienes lean esto, sepan que Vidalín no actúa por sí solo, sino que representa a un importante número de ciudadanos y dirigentes políticos de todo el país que pretenden abrir un espacio para los blancos que votaron fuera del partido tengan la posibilidad de volver a él. Y es muy difícil que vuelvan a través de una corriente ortodoxa. Es mucho más probable que lo hagan a través de otra alternativa.



--Eso me permite arriesgar otra hipótesis, y no lo tome como una picardía de mi parte. En el supuesto caso que esa corriente ortodoxa volviera con sus pretensiones electorales, y sigo pensando en Lacalle, podría pasar que Vidalín, aun dentro del Partido Nacional, abriera su propio camino. ¿Estoy equivocado?

--No. Es correcto. Con tolerancia, con paciencia, buscando caminos de comprensión y de concordancia, que son los que siempre pretendo encontrar. Y voy a aplicar acá, algo que siempre me gusta aplicar, el Eclesiastés 3: "Todas las cosas tienen su tiempo".



--Pero de repente hay cosas que obligan a modificar la estrategia...

--Hay ansiedad, hay ansiedad de la gente...



--Sí, de la gente común y de algunos grupos. Yo he advertido la duda de algunos diputados de seguir donde han estado hasta ahora, que parece impulsarlos a la búsqueda de otros horizontes, de otros acuerdos. Y eso puede generar desniveles en las fuerzas sectoriales tal como estaban. Hasta ahora, simplificando, la interna era Alianza Nacional y el Herrerismo...

--Y el grupo de Gallinal, Correntada Wilsonista...

--Pero ése es el grupo que, a lo que se ve, sería el primero en sufrir algún espasmo, tal vez algún desprendimiento...

--Yo tengo un gran aprecio por Francisco Gallinal y por Correntada, en especial por la madurez y responsabilidad con que ha actuado en el Parlamento, por lo que me parece que forman parte de nuestro panorama electoral interno, reconociendo, al mismo tiempo, lo valioso que fue el doctor Larrañaga, que llevó al Partido Nacional de un 23% en 1999 a un 34% en 2004. Ahora bien, volviendo a mi grupo, el tiempo corre en contra nuestro...



--A ver, ¿por qué?

--Porque yo debo confesar que mis desvelos pasan aún por mi departamento, por la función para la cual fui elegido. Y mi sueño confeso es que cuando abandone la función municipal quiero tener desocupación cero en Durazno, o un índice que sea muy inferior de las primeras dos cifras.

--Lo que pasa es que la realidad política, sobre todo por algo que usted mismo dijo al principio, que el Partido Nacional es la alternativa electoral razonable al actual gobierno, puede ser que lo vaya obligando a meterse en algo más que su querido Durazno natal y a ir tomando algunas decisiones. A eso me refería antes...

--Sin lugar a dudas...



--Porque también se ha especulado con la posibilidad de un eje nuevo que, de repente, aproximara más a Larrañaga y Vidalín.

--El tiempo es el gran consejero. En estos momentos, lo nuestro pasa por desarrollar una buena gestión departamental...



--¿Pero está descartando esa posibilidad de acuerdo?

--No, no descarto nada. No se puede descartar, porque tenemos vocación de servicio, no vamos a volver a nuestra casa, queremos seguir creciendo, no tenemos vocación parlamentaria, sino vocación para cargos ejecutivos. Ya fui diputado, tuve la posibilidad de incursionar en el Senado y no es eso lo mío. Lo mío es hacer cosas, estar en continuo relacionamiento con la gente para apostar a transformar el medio en el que vivimos. Y ése es un valor agregado que tenemos con el intendente Chiruchi, porque el hecho de ser la cara visible de un gobierno departamental nos permite tener un vasto y general conocimiento de las cuestiones que se pueden plantear a nivel del gobierno nacional. Somos pequeños ministros de Economía, de Obras, de Vivienda, de Educación y Cultura, de Salud, en la medida que somos capaces de atender las necesidades de nuestra gente.



--Pero eso me lleva a otra cosa. En el supuesto caso que los avatares de la política interna, y por los acuerdos surgidos, usted hay algo que no aceptaría: volver al Parlamento. Queda la impresión de que se sentiría cómodo, en el caso de no alcanzar la presidencia, en un cargo ministerial.

--Somos hombres ejecutivos. Uno de nuestros mayores desvelos es hacer entender a la clase política, al sistema, que los actos electorales se dan cada cinco años y que las necesidades de la gente se dan todos los días. En la medida en que seamos capaces de articular políticas de acuerdos, indudablemente las posibilidades de lograr la felicidad de nuestra gente van a ser mayores. Creo que tanto el partido de gobierno como el mío deberían haber agotado todas las instancias para hoy estar trabajando juntos en pos de la felicidad general. Pero, como los hombres aprendemos de las situaciones negativas, de las frustraciones, de los golpes y los fracasos, aspiramos a que esta lección haya sido aprendida por unos y por otros. Y anhelamos que el próximo gobierno sea un gran gobierno de acuerdos, donde todos tengamos la posibilidad de aportar nuestro granito de arena. *











LA REPUBLICA

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